5 de agosto de 2014

Alberto García-Alix


Alberto García-Alix, (León, 1956), fotógrafo transgresor donde los haya, ha recibido los principales premios españoles en reconocimiento a su carrera: Premio Nacional de Fotografía (1999), Premio de Fotografía de la Comunidad de Madrid (2004) y Premio PHotoEspaña (2012). Su obra también se ha desarrollado en Francia y China, donde ha trabajado y residido. 

 
Autorretrato con chaleco, 1989                   Mi lado femenino, 2002

Desde 1981 ha realizado numerosas exposiciones entre las que destacan las de “Les rencontres internationales” d’Arlès y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Ha publicado una docena de libros de fotografía. Su faceta de escritor se refleja en la publicación de cerca de 50 textos ensayísticos, relatos y cuentos en prensa diaria, revistas culturales y libros de imágenes. Como editor creó la revista de culto “El canto de la tripulación” y codirigió la colección”Los Libros del Cuervo”. Según el propio artista, “Autorretrato” no pretende ser un diario de Alberto García-Alix. El concepto de autorretrato es para él muy amplio ya que abarca una gran parte de su obra. 


      Buscando a Xila, 2006                       Un instante de eterno silencio, 2010

Es difícil encontrar en su trabajo alguna pieza que no sea autorreferencial y podría decirse incluso que toda su obra, en conjunto, forma un gran autorretrato. La muestra recorre su trayectoria desde los primeros autorretratos realizados a finales de los años 70 hasta la actualidad. El Círculo de Bellas Artes y PHotoEspaña le organizan la exposición “Autorretrato”, que podrá visitarse en la Sala Picasso desde el 31 de julio al 28 de septiembre. Está comisariada por Nicolás Combarro y forma parte de la Sección oficial de PHotoEspaña 2014. La exposición incluye 72 fotografías además de su obra en vídeo más autobiográfica hasta la fecha, “De donde no se vuelve”. 


M@driz hacia arriba©2006-2014 | Manuel Romo

17 de junio de 2014

Colegio San Fernando


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Avatares del destino han llevado esta vez a M@driz hacia arriba a salirse de su habitual entorno urbanita y aventurarse por las procelosas tierras del Monte de Valdelatas, nada más y nada menos que a trece kilómetros ochocientos metros de la capital, por la más que bulliciosa autovía de Colmenar Viejo. En este punto kilométrico se encuentra el Colegio de San Fernando, una institución que el Beato Simón de Rojas, según unos, fundó allá por 1612, según otros en 1614. 

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Institución que, con tal antigüedad, es normal que a lo largo de su historia haya pasado por unas cuantas sedes. Comenzó a acoger “pobres de oficio, vagos de profesión y desamparados verdaderos” en una casa prestada a la que llamó Hospicio general de pobres del Ave MaríaPero realmente su primer emplazamiento "serio" fue en un edificio situado al final de la calle de Santa Isabel y de allí, en 1709, se trasladó a un edificio recién construido en la calle de Fuencarral número 84 (hoy nº 78), edificio desde entonces conocido como Real Hospicio Provincial del Ave María y Santo Rey Don Fernando, con una gran fachada churrigueresca obra del arquitecto madrileño Pedro de Ribera

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En 1919 tras declarar el edificio en estado de ruina, los allí asilados son trasladados provisionalmente a un par de pabellones inmundos situados en la cercana localidad de Aranjuez a los que llamaron la Casa Negra y la Casa Pontejos, donde permanecieron hasta 1924, fecha en que volvieron a ser trasladados provisionalmente, esta vez a un edificio de asilo en El Pardo. 

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Ese mismo año el Ayuntamiento de Fuencarral cede gratuitamente unos terrenos en el Monte de Valdelatas para la construcción de un moderno edificio que albergue el nuevo Hospicio. En 1926, y tras la pertinente subasta de las obras, su majestad el rey Alfonso XIII colocará la primera piedra. Las nuevas instalaciones son levantadas en estilo castellano, con ladrillo visto y con cajones de mampostería. 

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Consta el complejo de ocho pabellones de dos plantas cada uno y en cada piso dos módulos para cincuenta alumnos cada uno, por lo que su capacidad total era de 1.600 niños acogidos. Completan el conjunto una granja, talleres, amplios jardines, aulas de enseñanza, biblioteca, zona deportiva, oficinas, viviendas para los gestores de la instalación y una iglesia, hoy habilitada para gestionar el banco de alimentos de Madrid. 

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En 1934 se hizo cargo del complejo la Diputación Provincial de Madrid, desterrando la palabra hospicio de su nombre y empezando a funcionar como Colegio de San Fernando. Durante la República también se le conoció por Hospicio Provincial Pablo Iglesias, pues durante su niñez estuvo acogido en dicha institución. Desde su fundación aquí se ha atendido a la enseñanza de oficios, luego de Formación Profesional y, desde los años ochenta, en que deja su orientación de hospicio, a las enseñanzas de la ESO, Bachillerato y Ciclos Formativos. 

 Fuente: Antiguos alumnos del Colegio San Fernando
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28 de mayo de 2014

Puerta de Hierro



La Puerta de Hierro es un arco monumental, que a diferencia de las puertas de Alcalá, Toledo o San Vicente, se encuentra en las afueras del casco urbano, al noroeste de Madrid. Data de principios de la segunda mitad del siglo XVIII (1751-1753) y fue erigida durante el reinado de Fernando VI para dar entrada a una de las reservas de caza de la monarquía española, el Real Sitio de El Pardo. 

El diseño de la puerta se debe al ingeniero Francisco Nangle y su construcción se encargó al arquitecto Francisco Moradillo, que contó con la colaboración del escultor de Carrara, Giovanni Domenico Olivieri (1706-1762) y con la del maestro rejero Francisco Barranco

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Para construir esta puerta de estilo barroco clasicista, se utilizó piedra blanca de Colmenar de Oreja y granito. Consta de un arco central de medio punto, rematado por un frontón sujeto por dos contrafuertes y dos pilastras dóricas toscanas. Todo el conjunto está decorado con bajorrelieves que hacen referencia a motivos de caza y militares. Coronan el frontón el escudo real entre banderas y flanqueado por dos esfinges.

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Las pilastras se rematan con elaborados jarrones de los que brotan unas llamaradas y uniendo todos estos elementos arquitectónicos, una fantástica verja de hierro forjado obra del rejero Barranco. Hoy en día y desde 1991 la puerta se encuentra a pocos metros de su emplazamiento original, en una isleta ajardinada en la confluencia de la autovía A-6 y la autovía de circunvalación M-30. 

  
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16 de mayo de 2014

San Isidro desde la barrera



Dicen que San Isidro no hay más que uno, como las madres, y que su feria es como el Mundial del toreo, pero con treinta y un partidos seguidos y todos en el mismo campo. Dicen que Las Ventas es el cielo para los toreros cuando se ven con las dos orejas en la mano y que su Puerta Grande es lo más envidiado. Dicen que es la plaza más difícil y más dura y en la que los trofeos son pocos, pero justos. Vamos a ver qué dicen esas “Historias de San Isidro”. 
Dicen que aunque ya había en 1894 costumbre en Madrid de “dar toros” con motivo del día del patrón, no es hasta un día 15 de mayo, pero de 1947, cuando realmente se llevó a la práctica el proyecto largamente madurado por el entonces empresario de Las Ventas, D. Livino Stuyck. Ese 15 de mayo fue el día en que se celebró oficialmente la primera corrida madrileña de la feria de San Isidro. El cartel de inauguración lo componían Rafael Ortega “Gallito”, Manuel Álvarez “Andaluz” y Antonio Bienvenida con toros de Rogelio Miguel del Corral. 
Un año más tarde, en 1948, en la segunda feria taurina en honor del santo patrón, Agustín Parra “Parrita”, tras cortar dos orejas, abrió la lista de diestros que han salido a hombros por la Puerta Grande de Las Ventas. 
En la feria de 1949 Luis Miguel Dominguín protagonizó uno de los hechos más comentados del toreo. Como el público de Madrid le recibiera en Las Ventas de forma un tanto fría, mediada una faena, se plantó chulescamente en el centro del ruedo y levantando el dedo índice de la mano derecha, se autoproclamó el número uno del toreo. Aquel gesto le valió insultos e improperios a lo largo de casi toda su carrera. 
En los festejos de 1953, dicen las crónicas, que lo más destacado fueron los lances de capa y un terno del Jumillano que costó siete mil pesetas. 
En 1954 confirmó alternativa Manuel Jiménez “Chicuelo II” devolviendo un toro tan manso, que salió a buscarle el mayoral de la ganadería y tras acariciarle y darle de comer se lo llevó hacia los corrales. 


En mayo de 1957 el diestro de Santa Olalla, Gregorio Sánchez, cuajó tan buena faena que le fue concedida una oreja. El toledano no estuvo de acuerdo con el trofeo y dedicó groseros gestos a la presidencia. A la salida fue detenido y conducido a la Dirección General de Seguridad. 
En la feria isidril de 1961, tomó la alternativa Santiago Martín “El Viti”. Tras esta aparición, toreó en esta plaza otras cincuenta y dos tardes, cortó cuarenta orejas y salió a hombros por la Puerta Grande en trece ocasiones. 
En la de 1962, por primera vez en la historia de la feria de San Isidro figuraban en cartel los hermanos Curro, César y Efraín Girón, cortando una, tres y una orejas respectivamente, siendo los triunfadores de esa feria. 
El 14 de mayo de 1964, en la explanada de Las Ventas, se descubría un monumento dedicado al científico escocés Alexander Fleming. Obra del escultor Luis Laiz con la que los toreros agradecen el descubrimiento que tantas vidas salvaría, la penicilina. 
Es el año en que por primera vez el festejo es televisado en directo por Televisión Española. Debuta en Las Ventas un torero analfabeto y sin oficio, de vida azarosa, y difícil etapa novilleril, Manuel Benítez Pérez “El Cordobés”. El toro “Impulsivo”, durante la faena de muleta, le hiere de gravedad, siendo operado en la plaza. Hecho insólito, y máxime el Las Ventas, es que sin haber entrado a matar la presidencia le concediera una oreja, que le llevaron a la enfermería. 
Uno de los mayores escándalos de la feria de San Isidro lo protagonizó en 1967 el diestro de Camas, Curro Romero, cuando se niega a matar al segundo toro de su lote, arguyendo que el toro estaba ya toreado. Bronca fenomenal, insultos y lanzamiento de todo tipo de objetos. Pasa la noche en la Dirección General de Seguridad y al día siguiente vuelve a torear en Las Ventas, cuajando una faena que le vale salir a hombros por la Puerta Grande. 
En la feria de 1970 se habló mucho sobre la “espantá” que hizo Manuel Benítez “El Cordobés” tras cortar las cuatro orejas de los toros de su lote, saliendo urgentemente hacia el aeropuerto de Barajas a coger su avioneta, en compañía de una misteriosa rubia con la que estuvo tres días encerrado en su finca de Villalobillos. 


Feria de polémica extra taurina fue la del 9 de mayo de 1971. Toreaba Juan Carlos Beca Belmonte un toro del hierro de Carreros y al crítico taurino del periódico Madrid no se le ocurrió otra cosa que escribir en su crónica: “Juan Carlos se quitó de encima al Carrero de un bajonazo y otras agresiones traidoras semejantes”. El Ministerio de Información y Turismo quiso ver intención política en los nombres de Juan Carlos, Príncipe de España, y Carrero, Vicepresidente del Gobierno. El cronista fue investigado y tras probar su pasado requeté, triunfador de la contienda del 36, hombre de bien y español intachable, todo quedó en una curiosa anécdota. 
También en la feria de 1971, el 14 de mayo, se celebra la primera corrida de rejones. Actuaron los hermanos Ángel y Rafael Peralta, Álvaro Domecq y José Samuel Lupi, grupo al que se denominó como “Los cuatro jinetes del apoteosis”. 
La feria programada para el 22 de mayo de 1972 fue una de las de más enjundia que ha tenido Las Ventas. Toros de Atanasio Fernández y los diestros Andrés Vázquez, Curro Rivera y Palomo Linares. Tras acabar Palomo con el quinto, con una faena de cuarenta y un muletazos, los siete primeros de rodillas, llegó el escándalo, al concederle el presidente de la corrida el rabo del toro “Cigarrón”. Hasta hoy, primer y último rabo concedido en la feria del patrón de Madrid. Hacía treinta y siete años, desde que Curro Caro lo logró en 1935, que no se concedía un rabo en Las Ventas. Los buenos aficionados del coso de Madrid consideraron esta concesión de tal sacrilegio, que costó al día siguiente la destitución del comisario que concedió el trofeo. 
Pasamos a la feria de 1976, en la que se anunciaba el debut de un rejoneador de dieciséis años, contratado por 175.000 pesetas, Joao Moura. Realizó una faena tan impecable, que el público de Madrid quedó cautivado, lo sacó a hombros por la Puerta Grande y, además, le contrató para la Corrida de Beneficencia por un millón de pesetas. 


Feria de San Isidro de 1982, televisada en directo y conocida como “la corrida del siglo”. Ganadería de Victorino Martín y matadores Ruiz Miguel, Luis Francisco Esplá y José Luis Palomar. Se repartieron seis orejas y salieron a hombros. Vuelta al ruedo para Esplá tras banderillear al quinto. Antes de la estocada final, se quita el corbatín y lo anuda a un pitón del toro. El público gritará ¡Esto es la fiesta! 
Festejo isidril de 1992, día aciago para el diestro Fernando Cepeda que en Madrid, Las Ventas y San Isidro vio, según los entendidos, lo peor que le puede pasar a un torero, que le devuelvan vivo un toro a los corrales. El primero de su lote le salió manso, se puso a la defensiva y fue imposible a la hora de matar. Cepeda administró al pobre animal un pinchazo, media trasera, una estocada baja, otra media, otros cuatro pinchazos y otra media estocada antes de escuchar el tercer aviso, que obliga a mandar al toro a los corrales. 
Fue en la feria de 1998 donde Curro Vázquez, como padrino, y David Luguillano, como testigo, dieron la alternativa a Cristina Sánchez, y el astado “Gironero” el que la confirmó como matadora. 
Era la primera mujer en recibir la alternativa en una plaza europea, la primera mujer en obtener la confirmación en Las Ventas y la quinta mujer en la historia en consagrarse como matadora de toros. 


Fuentes: Foto b/n fondos fotográficos de la Fundación Diario Madrid 
Exposición “Historias de San Isidro” del 13 al 23 de mayo 
Sala de exposiciones de la Fundación Diario Madrid. Calle Larra, 14 

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