1 de junio de 2011

Plaza Mayor (parte II)


La Plaza Mayor de Madrid, albergaría todos los actos importantes de la vida de un Estado: mercados populares, fiestas solemnes, torneos reales, procesiones, corridas de toros, ejecuciones, recibimientos oficiales y autos de fe de herejes condenados por el Santo Oficio.
Sus excesivas dimensiones le confieren un carácter austero, desnudo, sin ambiente, sin intimidad. Un rectángulo arquitectónico que sigue recordándonos el rigor de la Contrarreforma. Es uno de los proyectos de mayor envergadura realizados en consonancia con los principios del Renacimiento y el Barroco italianos.

Gómez de Mora, al crear la obra de su vida, tomó en consideración las tradiciones arquitectónicas de Castilla, así como las fachadas y los perfiles de los tejados característicos de la arquitectura borgoña de los Países Bajos. Es un ejemplo del eclecticismo tal y como se manifestó en el siglo XVII.
Gómez de Mora entregó a Madrid una plaza de ciento veinte metros de largo por cien metros de ancho, bordeada por una sobria hilera de viviendas adosadas de cinco plantas, con 477 ventanas y balcones, capaz de alojar a 3.700 personas. En el centro del costado sur se ubicaba la Carnicería, mientras el lado norte albergaba el edificio más importante, la Casa de la Panadería, denominada así, pues en sus bajos tenía lugar la justa distribución del pan.

Las cuatro plantas superiores de esta parte de la plaza, estaban reservadas para la casa real. Las dos pequeñas torres herrerianas, ilustran aún hoy en día este carácter real del edificio. Preside el centro de la plaza una estatua de Felipe III a lomos de un caballo al paso, realizada en bronce en 1616 por Pietro de Tacca y Giambologna (conocido por Juan de Bolonia, o también por Jean Boulogne), escultor flamenco procedente de Kortrijk.
En la Casa de la Panadería se ha dejado de hornear el pan, en los balcones de las plantas superiores ya no se urden conspiraciones, las fanfarronadas sobre las victorias militares se han apagado. El sonido estridente del hacha cortando la cabeza, el piafar de los caballos, los bufidos de los toros, el chisporroteo de la leña y las lamentaciones de los herejes, todo ello pertenece al pasado. En su lugar se escucha el murmullo de los coleccionistas de sellos y monedas los domingos por la mañana.

Sólo hay mercado en los días de invierno anteriores a la Navidad. En verano los turistas invaden las terrazas obligados a someterse a la melodiosa música del violín, la tortura de los guitarristas aficionados y la tiranía de la cuenta prohibitiva. Pero esto también es la Plaza Mayor.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

25 de mayo de 2011

Plaza Mayor (parte I)


Evolución de la Plaza Mayor.
Al principio (1580), la plaza estaba ubicada extramuros y se llamaba Plaza del Arrabal y las casas que flanqueaban sus cuatro costados eran apenas unas míseras chozas. De hecho, uno de los nombres con que se la conocía entonces era la “plaza de las chabolas”. En las postrimerías del siglo XVI, la emergente clase media concentró en sus inmediaciones los primeros establecimientos comerciales. Poco después, Felipe III mandó demoler la vieja plaza y sus chabolas con objeto de construir una totalmente nueva, dentro de las murallas de una ciudad que se había extendido, sobre todo hacia el este.

“Pasaréis a la historia, Bramante”, sentenció el papa Julio II en 1506, cuando encomendó al arquitecto Donato Bramante la construcción de la nueva catedral de San Pedro de Roma. Unos cien años después, el rey Felipe III encargó al también arquitecto Juan Gómez de Mora una plaza que “ha de superar a todas las demás plazas del mundo, para dar grandeza política y orgullo al pueblo español”. Así nació en 1619 la calificada por algunos, madre de todas las plazas, sin desmerecer a la homónima salmantina y a la Grote Markt de Bruselas.
Debía ser una plaza que se pudiera transformar en teatro y en la que se pudieran organizar fiestas para exhibir el fasto de la casa de Habsburgo a los invitados reales y los embajadores extranjeros. La inauguración de la Plaza Mayor anunció el comienzo del Siglo de Oro español. Años gloriosos para las bellas artes, con pintores como Velázquez, Murillo, Ribera y Zurbarán y con escritores, dramaturgos y poetas como Quevedo, Tirso de Molina, Lope de Vega y Calderón de la Barca. Incluso el propio rey tuvo la osadía de representar papeles de actor en sus propias fiestas.

Con motivo de las nupcias del príncipe Carlos, príncipe de Gales, con María, hija de Felipe III, Juan de la Corte (Jan van het Hof, pues era flamenco) pintó en 1623 el lienzo “Fiesta en la Plaza Mayor”, centrándose en los jinetes que galopaban por la plaza. En primer plano aparece el caballo encabritado de Felipe III, para indicar que el monarca domina la cabalgadura, metáfora de su férreo control de la monarquía. Y para colmo, las nupcias jamás se celebraron. Tras una estancia del príncipe de seis meses en la corte española, doña María acabó casándose con el rey de Hungría.
Otro lienzo que nos hace partícipes de los fastos escenificados en la Plaza Mayor es el de Francisco Ricci de Guevara, su “Auto de fe en la Plaza Mayor de Madrid”, representando el acto del 20 de junio de 1680, constituye una representación de la arquitectura renacentista. Aquel día miles de invitados se habían congregado en la plaza para asistir a la ejecución de 118 herejes, entre ellos 80 judíos, culpados de contrariar la doctrina católica, 21 de los condenados fueron quemados vivos. Los “festejos” comenzaron a las 7 de la mañana y, dicen también las crónicas de la época, que el humo de la última hoguera no se llegó a disipar hasta bien entrado el amanecer.

Tal era la preeminencia del Santo Oficio, que el público que asistió al acontecimiento, manifestó su asombro y estupor por el hecho de que el gran inquisidor se sentara en una especie de trono e insólitamente en un lugar más elevado que el del propio monarca. La primera sentencia de muerte ejecutada en la Plaza Mayor fue en 1624. Recayó “tan distinguido honor” en don Rodrigo Calderón, Conde de Oliva, al estrenar el cadalso como reo de muerte, por asesinato múltiple.
Aquel mismo año se celebró también el primer Auto de fe. El Santo Oficio había condenado a un tal Benito Ferrer a la hoguera pública por haberse hecho pasar por sacerdote. La Inquisición continuaría utilizando la Plaza para la ejecución de sus siniestras sentencias hasta bien entrado el siglo XVIII. Se introdujo en 1759 un nuevo evento teatral conocido con el nombre de Entrada Triunfal. Se trataba de un acontecimiento altamente festivo en honor a la llegada del rey Carlos III. Por más que transcurriera el tiempo, la Plaza Mayor continuaría siendo lo que es, el centro geográfico del Madrid de los Austrias.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

21 de mayo de 2011

Acampada Sol


COMUNICA

Que el día 21 de mayo de 2011, continuará el ejercicio de reflexión colectiva entre todas las personas asistentes a las reuniones espontáneas acaecidas durante los últimos días. No se pedirá en ningún momento el voto para partido político alguno y mucho menos se tratará de influir en la decisión individual de cada persona, ni interferir en el derecho que tienen los ciudadanos y ciudadanas a ejercer el voto, no afectando así a la campaña electoral.

Que el dia 21 de maig de 2011, continuarà l’exercici de reflexió col.lectiva entre totes les persones assistents a les reunions espontànies dels darrers dies. No es demanarà en cap moment el vot per cap partit polític concret i molt menys es tractarà d’influir en la decisió individual de cada persona, ni interferir en el dret que tenen els ciutadans i ciutadanes a exercir el vot, no afectant així a la campanya electoral.

Datorren larunbatean, 2011ko maiatzaren 21ean, azken egunotan izan diren batzarretara hurbildu diren pertsonen artean hausnarketa kolektiboak jarraituko duela. Ez da alderdi politiko batentzat ere bozkarik eskatuko eta are gutxiago eragingo da pertsona bakoitzaren erabaki pertsonalean, ez eta hiritarrek duten bozka eskubidean, horrela ez da hauteskunde kanpainan inolako eraginik izango.

Que o día 21 de maio do 2011, continuará o exercicio de reflexión colectiva entre todas as persoas asistentes ás reunións espontáneas dos derradeiros días. Non se pedirá en ningún momento o voto para ningún partido político, e moito menos tratarase de influír na decisión individual de cada persoa, nin intervir no dereito que teñen os cidadáns e cidadás a exercer o voto, non afectando deste xeito á campaña electoral.

That next May 21st, we will keep on the colective reflection exercise between all the people assisting to the spontaneous meetings during these days. We will not ask for the vote to any political party not even try to affect in the individual choice of any person nor interfere in the citizens right to freely vote, so we will not affect the electoral campaign.

On communique que le 21 mai 2011, on va continuer avec l’exercice de refléxion colective parmis toutes les personnes assintantes aux rendez-vous spontanés qui ont eu lieu pendant les dernièrs jours. On ne va pas demander le vote pour aucun partie politique, et d’aucune façon on va essayer d’affecter le decission individuel de chaque personne ni intervenir dans le droit des citoyens et citoyennes pour faire l’exercice du vote, donc sans affecter à la campagne électorale.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

15 de mayo de 2011

Pradera de San Isidro


“la Pradera de San Isidro, en el mismo día del Santo con todo el bullicio que en esta Corte acostumbra haver” [sic]. Goya 1788.

Vaya esta escueta comparativa de la Pradera de San Isidro como pequeño homenaje de este blog en honor a las fiestas del patrono de Madrid, San Isidro Labrador(1082-1172).
A tenor de las imágenes, tengo que decir que me da un poco de vergüenza publicarlas. El cambio tan brutal en tan relativo corto espacio de tiempo, por la proliferación desmesurada y caótica del cemento y el ladrillo, hacen que esta Pradera de San Isidro, tan bien representada por los más grandes de la pintura, con su “río navegable en coche y caballo” al fondo, ya no sea ni pradera.

¿Se puede bailar en ese maremágnum un chotis?¿Hay sitio para montar un tenderete de rosquillas tontas?¿Apetece a los chulapos/as pasear por este laberinto?. En fin, por “Madrid hacia arriba” que no quede.
¡¡¡Viva San Isidro!!!

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

10 de mayo de 2011

La Casa del Reloj


La llamada Casa del Reloj es uno de los edificios que forma parte de un conjunto que estuvo destinado a Matadero Municipal y Mercado de Ganado, situado en los terrenos municipales de la antigua Dehesa de Arganzuela, en el actual Paseo de la Chopera, distrito de Arganzuela, bordeado por una valla de ladrillo de unos dos kilómetros y medio de perímetro, que acotan una superficie de unos 165.000 metros cuadrados aproximadamente.
Este recinto fue ideado como una ciudad independiente, compuesto por cuarenta y ocho edificios interconectados por viales interiores y agrupados en cinco sectores de trabajo, más oficinas, viviendas de empleados, capilla, cocheras, cuadras, etc.

A pesar de esta diversidad de inmuebles, se advierte en todos ellos una unidad estilística y constructiva al emplear el ladrillo, la mampostería y la cerámica con el mismo lenguaje neomudéjar, como tantos otros edificios industriales de la zona y de la característica arquitectura madrileña de principios del siglo XX.
Aunque el ganador del concurso en 1899, fue el arquitecto madrileño Joaquín Saldaña y López (Madrid, 1870-1939), al final se decidió llevar a cabo el proyecto del arquitecto municipal Luis Bellido y González (Logroño 1869-1955), con los cálculos realizados por el ingeniero de caminos José Eugenio Ribera Dutaste, (París, 1864-1936).

El Matadero Municipal se construyó entre 1908 y 1928 y sirvió de modelo para la construcción de este tipo de edificios en otras ciudades españolas. Al quedar el complejo obsoleto a finales de la década de los setenta y finalmente cerrado, el Departamento de Conservación de Edificios del Ayuntamiento de Madrid pensó en la rehabilitación del complejo para transformarlo en un macroespacio cultural.
El edificio del Reloj destinado para Junta Municipal del Distrito de Arganzuela, Centro Cultural y Centro de Mayores, la nave de patatas para invernadero, la sala de terneras para sala cultural y de ocio, y los establos en sede del Ballet Nacional y Compañía Nacional de Danza.

En 1999 se inauguró la remodelación del complejo, adaptando el resto de edificios para nuevos usos como mercado de flores, jardines, laberinto de setos, estanque y zona deportiva. Hoy en día es uno de los espacios culturales más vanguardista de la capital y ahora integrado en el macroproyecto recientemente inaugurado Madrid Río.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

26 de abril de 2011

Corredera Baja de San Pablo, 20


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Según la Guía de Arquitectura de Madrid, del Colegio Oficial de Arquitectos, el edificio está considerado del siglo XVII. En la Planimetría General de Madrid de 1750, se menciona que en ese año pertenecía “a Don Andrés de Ayala Godoy y que fue de herederos de Juan Simón del Valle, quien la privilegió con 750 maravedíes en 23 de febrero de 1613”.

Entre 1750 y 1765 es cuando se supone que pasa a pertenecer a la Orden Hospitalaria y Militar de los Caballeros de San Juan de Jerusalén, de Rodas y de Malta, como indica el escudo dieciochesco que corona el portalón de entrada, con la cruz bajo corona real volada, que aún pervive en la fachada.
No existen datos concretos, pero se cree que pudo ser una hospedería para asistir a los peregrinos y para alojar a los médicos de la Orden, por la cercanía a la Hermandad del Refugio y la iglesia de San Antonio de los Alemanes.
En tiempos de la desamortización de Mendizábal (1836), la propiedad se traspasa de la orden religioso-militar a la iniciativa privada, pasando su uso a ser de vivienda residencial y servicio público. Se trata de una finca de planta poligonal con dos fachadas, una a la Corredera Baja de San Pablo, 20 y otra a la calle del Barco, 39 y con un patio central común a los dos inmuebles.

La superficie total construida es de 2.921 m2., y unos 793 m2 por planta. Tiene sótano, tres plantas y buhardillas. Posee una estructura compuesta por muros de carga de fábrica de ladrillo macizo, forjados de viguetas de madera, y trama de madera con relleno de cuarteles de fábrica de ladrillo en tabiquería interior.
Consta de cinco crujías, un gran pilón de granito labrado en el patio, bóveda de ladrillo y probablemente un aljibe para recoger el agua de lluvia, ya que los caballeros de la Orden de Malta acostumbraban a ser autosuficientes. Otra de las joyas del edificio es su patio tradicional castellano, empedrado con cantos rodados, probablemente único en el centro histórico de Madrid.

Como curiosidades, en él residió en 1909 doña Ana Ruiz, la madre del poeta Antonio Machado, o que en su fachada aún se aprecian las marcas que provocó el impacto de un obús durante la Guerra Civil.
Sus últimos moradores fueron, la taberna y casa de comidas Pepita, una academia y un movimiento okupa, que tras el desalojo policial de éstos a principios de 2011, vuelve a quedar el edificio cerrado a cal y canto, propiciando aún más su estado de abandono y ruina, a la espera de contestación por parte de las autoridades, a las peticiones de asociaciones vecinales para su rehabilitación y posterior uso para actividades culturales del barrio.

Fuentes: ACIBU, "Madrid Villa y Corte", "Urbanity", "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

19 de abril de 2011

Salesas Reales


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Tras un largo peregrinaje de las hermanas salesas, ocupando primero unas casas en el lugar llamado Prado Viejo y más tarde un beaterio existente en la calle de San José, encontraron emplazamiento definitivo junto a la Puerta de Recoletos en un monasterio fundado, para darlas cobijo, en 1749 por la reina doña Bárbara de Braganza, y para la educación de las jóvenes de la nobleza y además, como residencia de retiro de la reina en caso de la muerte de su esposo el rey Fernando VI.

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En la parte que da a la calle Bárbara de Braganza se puede leer esta inscripción: "Fernando VI y María Bárbara erigieron y dedicaron en el año 1757 este lugar sagrado a la memoria de la Visitación de la Bienaventurada María Isabel, para educar doncellas nobles en religión y tradición patria".

El monasterio fue encomendado a la orden de San Francisco de Sales (Salesas), bajo la advocación de Monasterio Real de la Visitación de Nuestra Señora. El complejo de estilo rococó, diseñado por el arquitecto galo François Carlier, (iglesia de El Pardo), alcanzó un coste según nos cuenta Fernández de los Ríos, de 80 millones de reales de la época, Mesonero Romanos habla incluso de 83 millones y según el arquitecto Ruiz de Salces, 50 millones de reales. El proyecto, finalmente, lo llevó a cabo el ayudante de Carlier, el aparejador Francisco Moradillo, atreviéndose incluso a modificar el proyecto original. El enorme complejo estaba formado por dependencias reales, templo, monasterio, otras múltiples dependencias, huertos y jardines.
La iglesia es de planta longitudinal y presenta una fachada monumental de influencias francesa e italiana con un gran orden de pilastras rematado por dos pequeñas torres y ático con frontón y, adornada con estatuas de San Francisco de Sales y Santa Juana Francisca Fremiot, fundadores de la orden de la Visitación, realizadas por Alfonso Giraldo Vergaz. En su interior de estilo barroco se conservan los sepulcros de Fernando VI y de Bárbara de Braganza, encargados por Carlos III al arquitecto Fracesco Sabatini y al escultor Francisco Gutiérrez.

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También se encuentra allí el monumento funerario a Leopoldo O’Donnell, un sepulcro con un busto yacente en mármol blanco, obra de Jerónimo Suñol. Al ser exclaustradas las monjas salesas, tras el reinado de Isabel II, durante el sexenio revolucionario, todo el complejo, excepto el templo, se dedicó a partir de 1870 a Palacio de Justicia. Desde 1891 la iglesia desempeña las funciones de parroquia.
En 1915, tras un gran incendio, se mandó reconstruirlo en el estilo original del siglo XVIII, ya que se habían salvado los muros de carga, las travesías y las fachadas. Tras un concurso público, fue adjudicada su reconstrucción al arquitecto Joaquín Rojí, que realizó dicha reconstrucción, no exenta de polémica, entre los años 1921 y 1926.

Al abrirse la calle de Bárbara de Braganza, en 1930, Miguel Durín realizó la escalinata que da acceso a la portada, rompiéndose la homogeneidad del conjunto, provocando cambios de niveles de las calles que afectaron al templo y su perspectiva y, haciendo una estilización histórica de la portada en la fachada del palacio que da a la plaza de la Villa de París, trazada sobre la antigua huerta del monasterio. Desde 1979 la parroquia de Santa Bárbara es Bien de Interés Cultural.

Para más información visitar "Viendo Madrid"
Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid", de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid", “Guía de arquitectura 1700-1800”, Ramón Guerra de la Vega.
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

13 de abril de 2011

Compañía General de Impresores y Libreros del Reino

Compañía 3

C/. San Bernardo, 82

La mayoría de los libros utilizados en España desde la invención de la imprenta, (Lauren Janszoom Coster 1440, Pamfilo Castaldi 1444, Gutenberg 1450 ), hasta el siglo XVI, fueron libros importados preferentemente de Italia, Francia y Alemania. Las imprentas españolas eran pequeñas, modestas oficinas con un pequeño número de prensas y de obreros que no podían competir con las grandes imprentas del exterior.
Desde tiempos de Felipe II venían imprimiéndose en Amberes, hasta que en 1717 Felipe V mandó “que se estableciera en España una imprenta de libros sagrados que aventajasen a la de Amberes para que los beneficios de la impresión quedaran en España y no salieran al extranjero tantos caudales”. Ante el mandato real, los jerónimos de El Escorial, que no se resignaban a perder los beneficios económicos que les reportaba el privilegio concedido por Felipe II de imprimir estos libros, se comprometían a adquirir los libros de la Compañía, a condición de que ésta se obligara a pasar los pliegos, antes de su impresión, al Comisario General de la Cruzada para su aprobación.

Luego que se juntaron los impresores, y mercaderes de libros de Madrid, tomaron la laudable determinación de formar una compañía, por la cual se facilitase el caudal necesario para hacer impresiones en el Reyno y privar a los extranjeros en parte de las muchas ganancias que sacaban con las que nos introducían para nuestros uso”.

Así nace en 1758 la Compañía de Mercaderes de Libros de la Corte, que con el objetivo principal de hacerse cargo de la impresión de los libros de rezo en España, absorbe a las comunidades religiosas, llamadas “manos muertas”, como la Hermandad de Mercaderes de San Jerónimo, que agrupaba a encuadernadores y libreros, y la de San Juan Evangelista, que agrupaba a los impresores. Ya en 1763, bajo el patrocinio de Carlos III, cede su lugar a la Real Compañía de Impresores y Libreros del Reino. "En esta compañía se admitirán á todos los impresores y mercaderes de libros de estos Reynos, que tengan imprenta propia, y tienda pública de libros...".

La Compañía se organizó como una sociedad por acciones, cuya unidad costaba 1.500 reales. Estaba gobernada por cinco directores: Antonio Sanz, Francisco Manuel de Mena, Alfonso Martín de la Higuera, Manuel López de Bustamante y Francisco Fernández, y constaba de ochenta miembros entre mercaderes, libreros, impresores y encuadernadores. Su finalidad era fomentar el comercio nacional de libros, emplear papel, tinta y letras fabricados en el reino, encargar la apertura de láminas a abridores españoles, y evitar el fraude de libreros desaprensivos. En 1787 obtuvieron la autorización real para montar un taller propio en el que podían imprimir. El país se había librado de la servidumbre de la importación, única forma de suministro hasta la segunda mitad del siglo XVIII.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".
M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

4 de abril de 2011

Palacio de la Condesa de Guevara


En la parte oeste de la entonces Ronda de Santa Bárbara, hoy calle de Sagasta, construyó Ventura Rodríguez en 1768, frente al convento de Santa Bárbara, también desaparecido, y por mandato de Carlos III, un establecimiento para matadero de cerdos y saladero de tocino. El inmueble se transformó en 1831 en penitenciaría, constituyendo el primer establecimiento penitenciario de Madrid, a instancias de la autoridad municipal, pues en el que existía en el Plaza de la Villa (Cárcel de la Villa), ya no cabían los reclusos. 

En 1833 fueron trasladados los reos a esta nueva Cárcel del Saladero, nombre que fue tomado del establecimiento anterior. En 1848 al haberse incrementado la población penal de este presidio, de la entonces llamada Plazuela de Santa Bárbara, con presidiarios de la Cárcel de Corte, más los que ya existían procedentes de la Cárcel de la Villa y la de Jóvenes, la Cárcel del Saladero quedó pequeña y obsoleta y hubo que pensar en otro establecimiento de mayores dimensiones. 

Fernández de los Ríos describió este establecimiento como un “edificio lóbrego, oscuro, tenebroso, de estrechos corredores e inconvenientes habitaciones, donde viven confundidos los acusados de delitos leves, con los sospechosos de crímenes más atroces, los sentenciados en espera de ir a su destino, con los que tienen en sumario su proceso”

Cuando en 1884 fue inaugurada la Cárcel Modelo al final de la calle de la Princesa, en la plaza de la Moncloa, fue desalojado el antiguo presidio de el Saladero y finalmente derribado en 1888. En el espacio que quedó vacío, se levantó en 1920, un nuevo edificio neobarroco,(torreones, rejerías, balconadas), obra del arquitecto Joaquín Pla Laporta, el Palacio de la Condesa de Guevara, el cual es ahora propiedad de una entidad bancaria. 


Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".
M@driz hacia arriba© 2006 | Manuel Romo

27 de marzo de 2011

Casa Matesanz


Gran Vía, 27

Entre 1919 y 1923, la firma comercial Casa Matesanz, construyó en el recién estrenado segundo tramo de la Gran Vía, un edificio para su nueva sede, pues anteriormente estaba situada en la calle Mayor número 4, y así poder dar cabida a una especie de centro comercial, al estilo norteamericano, que a su vez albergara en su interior, además de tiendas, dependencias más amplias para despachos y oficinas.


Casa Matesanz no dudó en encargar el proyecto al arquitecto pontevedrés Antonio Palacios Ramilo, que resolvió su diseño y construcción para esta obra civil, influenciado por la escuela arquitectónica de Chicago.
La fachada está provista de miradores acristalados, reminiscencias de su tierra gallega, separados por pilastras de enormes proporciones que soportan en su parte superior arcos de medio punto, resolviendo con acierto los ángulos del edificio al utilizar los nuevos materiales de la época y combinándolos bajo un concepto monumentalista, sin caer en el eclecticismo, y rematando todo el conjunto con dos torreones decorativos. 

Almacenes Quiros Gran via



La distribución interior la realiza en torno a un medianamente amplio patio central, de estructura metálica y de cristal, que permite disponer de dicho espacio de una manera funcional y muy bien aprovechada.
En los bajos de este edificio, estuvo ubicado el establecimiento Almacenes Quirós, que fue el antecesor de lo que después sería la firma Cortefiel y cuyo fundador, Felipe García Quirós, emigrante en Cuba, fundó su propio establecimiento primero en la calle Conde de Romanones, posteriormente en la calle de Preciados y por último en la avenida Pi y Margall, actual Gran Vía.


M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo