4 de febrero de 2011

Museo del Prado


Mº Prado1 XVIII

Si la iglesia de San Jerónimo es la construcción más antigua de la zona, el Museo del Prado, situado justamente delante, es el más famoso de los edificios madrileños junto al Palacio Real. El proyecto, concebido por Carlos III como Gabinete, Academia y Museo de Ciencias Naturales, fue comenzado por Juan de Villanueva en 1785, tres años antes de la muerte del rey.

Mº Prado2 XIX

El edificio es de forma alargada y terminado en sus extremos en dos alas de planta cuadrada. El frontis de la entrada principal fue hecho en piedra granítica con seis grandes columnas dóricas y un ático decorado. En la fachada se colocaron medallones, jarrones y esculturas alegóricas a las artes, obras de Mariano Salvatierra, y se dotó al ala norte de una rotonda con ocho columnas jónicas que sostenían una cúpula abierta.

Durante la guerra de la Independencia se interrumpieron las obras, el edificio fue saqueado, el plomo de sus cubiertas fue utilizado en la fabricación de munición y las dependencias fueron utilizadas como caballerizas. Tras la marcha de los franceses, Fernando VII en 1819 terminó las obras y encargó restaurar el edificio a Santiago Gutiérrez de Arintero para adecuarlo a Museo de Pinturas. La restauración del edificio costó siete millones de reales.

En la organización del interior intervino Maria Isabel de Braganza, llevando al nuevo museo 311 pinturas de palacios y posesiones reales, además de estatuas y muebles. La nueva galería de exposiciones fue inaugurada en 1819 con la norma de apertura que regía entonces: “todos los días, salvo los lluviosos en que hubiera lodo”.

Mº Prado7 1880 Mº Prado8 

En 1868 pasó a depender del Patrimonio Nacional, pasando desde entonces a designarse con el nombre actual de Museo del Prado. El edificio fue ampliado en dos ocasiones: entre 1914 y 1918 y entre 1955 y 1956. En 1928 Pedro Muguruza se encargó de sustituir el desnivel de acceso al ala norte por una escalera que terminaba en el pórtico sustentado por cuatro columnas jónicas.

Mº Prado3 1857 Mº Prado4

Las obras que forman los fondos del museo hacen de esta pinacoteca una de las más importantes del mundo. Los pintores, tanto españoles como extranjeros, más famosos están allí representados. Las estatuas de tres de estos pintores fueron colocadas a las entradas del museo. Murillo, obra en bronce de Sabino Medina; la de Velázquez realizada por Aniceto Marinas y la de Goya obra de Mariano Benlliure.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

28 de enero de 2011

Las puertas de Alcalá


Pta. Alcalá1 XVII

La Puerta de Alcalá, la más tradicional y famosa de todas las existentes en la capital, tiene un carácter monumental incuestionable. Está situada en la Plaza de la Independencia, sobre una antigua cañada real. Llamada de Alcalá en referencia a la dirección hacia la localidad de Alcalá de Henares y del real camino de Aragón, Cataluña y Francia. 

antigua puerta de alcala

La actual puerta es la tercera que se construyó en la calle de Alcalá, después de que, en tiempos de Felipe II, se levantara, hacia la esquina con la calle Cedaceros, la llamada Nueva del Sol, que fue sustituida, bajo el reinado de Felipe III, por otra colocada hacia donde hoy comienza la calle Alfonso XI. Si de la primera puerta hay poca información debido a su corta existencia, de la segunda se sabe que era de estilo barroco y su material, el ladrillo.

Pta. Alcalá2

Esta última, la segunda, estaba formada por tres arcos, dos pequeños y uno grande. Sobre los pequeños se colocaron las imágenes de San Pedro Nolasco y de la beata María Ana de Jesús, mientras que sobre el arco grande del centro se puso un escudo real y sobre el que se abría otro arco pequeño con una imagen de Nuestra Señora de las Mercedes.

Pta. Alcalá3

Parece ser que la segunda puerta fue construida hacia finales del XVI para conmemorar la entrada en Madrid de la esposa de Felipe III, Margarita de Austria, y que más tarde Felipe IV no consideró necesario trasladarla cuando construyó la cerca. Otros autores afirman que se construyó en torno a 1639. Lo cierto es que esta segunda puerta existió hasta 1764, año en que fue derribada para ensanchar la calle.
 Pta. Alcalá4

Ya en el reinado de Carlos III, se iniciaron las obras del Gabinete y Museo de Historia Natural, proyecto donde Villanueva mezcló solidez y academicismo artístico, y junto al Gabinete, mandó trasladar en 1774 el Jardín Botánico, hasta entonces en el terreno de Migas Calientes (La Florida). Parece ser que no gustó a Carlos III la anterior puerta cuando en 1759 hizo su entrada en la ciudad, y en 1764 decide derribarla y manda levantar una nueva puerta en estilo neoclásico, la actual Puerta de Alcalá, como entrada a todo este complejo de el Prado.

Pta. Alcalá Urrabieta XIX

Esta tercera puerta que daba acceso a la ciudad, superó con creces a las que hasta entonces habían existido. Ventura Rodríguez llegó a diseñar hasta cinco proyectos y José Hermosilla uno, pero el elegido por Carlos III fue el presentado por Francisco Sabatini.
(continuará)

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

22 de enero de 2011

Pararrayos de Madrid



 
Yo tuve un gran amor durante un chaparrón
y sentí aquella vez tan profunda pasión
que ahora el buen tiempo me da asco.
Cuando el cielo esta azul no lo puedo ni ver
que se nuble ya el sol, que se ponga a llover,
que caiga pronto otro chubasco.

Confirmando el refrán una noche de Abril
la tormenta estalló, mi vecina febril
asustada con tanto trueno,
brincó en un santiamén del lecho en camisón 
y se vino hacia mí pidiendo protección,   
auxílieme usted, sea bueno.

Ábrame por piedad que estoy sola y no sé
si podré resistir, mi marido se fue

pues tiene entre otros muchos fallos,
que en las noches así abandona el hogar
por la triste razón de que va a trabajar,
es vendedor de pararrayos.

Bendiciendo al genial Franklin por su invención
en mis brazos le di curso a su petición
y luego el amor hizo el resto.
Mira tú que instalar pararrayos por ahí
y olvidarte poner en tu casa, ¡caray! 
cometiste un error funesto.

Varias horas después, cuando al fin escampó
ella se hubo de ir, pero antes me citó
para la próxima tormenta.
Mi esposo va a llegar y si en casa no estoy
se me va a resfriar, así que ya me voy,
a secarle la cornamenta.


Desde entonces jamás he dejado el balcón
no hago más que poner la máxima atención
en cirros, cúmulos y estratos.
La menor nube gris me colma de placer
aunque a decir verdad sé que no han de volver 
tan torrenciales arrebatos.

A base de vender palitos de metal
su marido reunió un pingüe capital
y se hizo multimillonario y a vivir la llevó
a un imbécil país donde si oye llover
será porque haga pis
algún niño del vecindario.
 
Ojalá mi canción llegue al Sahara aquél
a decirle que yo le seré siempre fiel
que la llevo dentro del alma,
que aunque sople el Simún con seca realidad
un día nos reunirá una gran tempestad
tras la que no vendrá la calma.


“La tormenta”, tema original de Georges Brassens. Intérprete Alberto Pérez, con la Mandrágora. Arreglos de Javier Krahe.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

16 de enero de 2011

Parque El Capricho



Nació en 1783 de la mente ilustrada de la duquesa de Osuna, Doña María Josefa Alonso Pimentel, cuando compró una casa de recreo con huertas y frutales situada en la villa de Alameda. Los Osuna, los nobles con mayores riquezas de la época, construyen en dicha finca, un espacio de recreo como centro escénico-artístico y conjunto paisajístico y arquitectónico (arquitecturas efímeras). Estas edificaciones, denominadas Caprichos, tenían que ser descubiertas por los invitados a lo largo de un recorrido.

 

Artistas ilustrados construyeron pabellones, trazaron recorridos y crearon estancias cuya finalidad fue representar la fiesta, el juego, el amor y los trabajos de la naturaleza en la que están entrelazadas la arquitectura y la jardinería. Ejemplo de villa suburbana y jardín paisajista del siglo XVIII en España, ocupa actualmente una extensión de catorce hectáreas.

 

Ya en el siglo XIX, durante la invasión francesa, la duquesa se exilió a Cádiz, el gobierno de José I confisca la finca y la ocupa el general Belliard para su Cuartel General. La restauración borbónica en 1814 y la vuelta de la duquesa a Madrid supuso un renacimiento del conjunto que continuó con su nieto y heredero Don Pedro Alcántara Téllez Girón, XI duque de Osuna. Éste muere joven y la propiedad pasa a su hermano Mariano que por su espíritu excéntrico y derrochador pierde su fortuna subastándose sus bienes. La finca es adquirida en 1900 por la familia Baüer.

 

En 1937, en plena Guerra Civil se convierte en Cuartel General del Ejército del Centro para la Defensa de Madrid y se construyen el Bunker y el Polvorín. Finalizada la guerra, los Baüer venden la propiedad en 1945 y el Jardín cae en el abandono hasta que el Ayuntamiento de Madrid la adquiere en 1974, comenzando su restauración y recuperación en 1986 con la creación de la Escuela Taller Alameda de Osuna.

 

Los Caprichos más destacados son el Abejero (símbolo de la laboriosidad), la Ermita (construida como escenografía teatral), el Casino de Baile (al que se accedía por medio de falúas), el Embarcadero o Casa de Cañas (de estilo chinesco), la Casa de la Vieja (en representación del mundo rural), el Fortín (con planta en forma de estrella), el Arroyo (que divide el jardín de norte a sur), y la Ría (que se inicia en El Casino, desemboca en un gran lago con una isla central y vuelve a convertirse en Ría para finalizar en El Fortín).

 

La vegetación se caracteriza por los bosquetes de lilos, árboles del amor, robles, pinos, cipreses, tejos, cedros, plátanos y castaños de indias. La fauna por los mirlos, herrerillos, petirrojos, ruiseñores, cisnes negros, ánades reales, ardillas rojas y musarañas.

 

Los jardines son fruto de una época en la que el culto por la naturaleza influyó en el terreno filosófico, con la Ilustración; en política a través del Despotismo Ilustrado; en las artes plásticas mediante el Neoclasicismo y en el apartado musical con las formaciones de Cámara. Moratín, Goya o Boccherini son algunos de los grandes artistas que pasearon por este idílico recinto.

Fuentes: "Madrid Villa y Corte" de Pedro Montoliú Camps, "Urbanity", "Postales Antiguas de Madrid" de Ediciones La Librería, "La Ilustración Española y Americana", "Ayuntamiento de Madrid", "Archivo Histórico Regional", "Viejo Madrid", "Sociedad Española de Librería", "Museo Municipal de Madrid".

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo

4 de enero de 2011

Estación del Norte



La idea de unir Madrid con el Norte dio paso a un proyecto que por subasta ganó una filial de una sociedad francesa, Crédito Mobiliario Español. En 1859 se constituye para tal efecto la Compañía de Caminos de Hierro del Norte de España. El trazado resultó polémico pues unos querían llevarlo por Ávila y otros por Segovia. Al final se eligió Ávila. Entre las propuestas del asentamiento de la terminal (Chamberí, Puente Segovia) se fijó en la parte baja de la montaña del Príncipe Pío, porque allí desde 1852 estaba la Casa de Bombas o Casa de Máquinas de Vapor de la Villa que se abastecía del agua de la fuente de la Reina, en el Pardo. Un embarcadero provisional, sin inauguración oficial, se abrió al público en 1861 y sólo dio servicio entre Madrid–El Escorial, pues las guerras carlistas dificultaron el resto de la línea hasta el norte.

 

En 1876 se replanteó una nueva estación y otra ubicación que pudiera albergar salidas y llegadas en dos edificios independientes unidos por una cubierta de hierro. El proyecto preveía una estructura metálica de 155 metros de largo por 40 de ancho para unir los dos edificios. En 1879 se aprobó el proyecto del ingeniero de Vías y Obras, Biarez, con la participación de Grasset y el francés Ouliac, en el que los edificios crecían una planta y terminaban en una zona abuhardillada. Se construiría de ladrillo prensado y piedra de sillería de Aragón y albergaría vestíbulo, salas de espera, dependencias administrativas y hasta un salón real con gabinete y tocador. La estructura de hierro del francés Mercier, utilizando un sistema de cuchillas Polonceau con el cual consiguió, sencilla y artísticamente, cuarenta metros de luz de la estructura, se terminó en 1881.

 

En 1902 el tráfico de la estación exigía una ampliación de vías y tras varios proyectos, entre 1926 y 1933, se construyó el edificio que da a la Cuesta de San Vicente, de acuerdo con el proyecto de Cerlier. Esta terminal se dedicó a salidas y la del paseo de la Florida a llegadas. El nuevo edificio se construyó en hormigón, posee un gran vestíbulo con escaleras y ascensores y a ambos lados del cuerpo central se levantaron dos torres que más tarde se restaurarían debido a los daños sufridos por la artillería durante la Guerra Civil. En 1968 se clausura la estación de Delicias (o de las pulgas), y la de Atocha asume las líneas de Extremadura y Portugal.


La estación provisional de Chamartín, con 12 vías, recibe los trenes de Cataluña y de 1972 a 1976 se construye el proyecto realizado por José Antonio Corrales, Ramón Vázquez Molezún y Rafael Olalquiaga para la actual Chamartín, que preveía una afluencia de 20 millones de viajeros al año. Con estas perspectivas Príncipe Pío quedó sólo para cercanías y unos años más tarde se decide su clausura.

M@driz hacia arriba© 2011 | Manuel Romo